miércoles, 28 de abril de 2010

¿CÓMO ERA YO EN MI ADOLESCENCIA?

Una pregunta más justa y bien intencionada no puede ser otra que “¿cómo era yo en mi adolescencia?”... ¿será posible que los adultos de hoy se tomen un tiempo para hacerse esa pregunta?... o ¿será que al ser adultos ya no importa la adolescencia?... ¿será entonces que, mientras el mundo de un adolescente está a punto de estallar por tantas emociones y tantas hormonas alborotadas, a un adulto sólo le interesa juzgarlo por irresponsable y otras tantas cosas más?... pues no estoy de acuerdo y no me parece justo, porque si bien es cierto que un adulto tiene complicaciones en su mundo de “adulto”, no es menos cierto que en el mundo de la “adolescencia” existen muchísimas complicaciones más; y me atrevo a afirmar, con el debido respeto a los adultos, que estas complicaciones pueden llegar a ser más delicadas (por no decir graves) que las de adultos; porque precisamente se les llama “adultos” a las personas maduras que ya han tenido experiencia de la vida y que, en consecuencia, ya saben cómo abordar adecuadamente a sus problemas para darles solución. Sin embargo, en la mayoría de los casos, un adolescente no tiene idea de cómo hacerle frente a sus problemas, que quizás al inicio ni siquiera pueda llamarse problema, y es entonces cuando necesita la ayuda de un adulto, pero ¿qué creen? Los adultos no tienen tiempo para perder escuchando “tonterías de adolescentes inmaduros”; es entonces cuando ese adolescente empieza a sentir que sus padres no lo quieren, que ellos están en su contra, que su vida no vale… y un sin fin de creencias negativas que se centran en su mente, y es allí donde el tema se convierte en un verdadero problema; porque, aunque no lo crean mis queridos adultos, con esa actitud sólo empujan a sus adolescentes hacia el gran abismo de riesgos que representa esta sociedad actual, eso va desde malas juntas, de paseo por las drogas y, en el peor de los casos, hasta llegar a los lamentables suicidios de adolescentes.
De allí que, lo ideal sería que los adultos se tomen al menos unos cinco minutos de su delicado y valioso tiempo y hagan un pequeño huequito en su agenda, para que reflexionen acerca de ¿cómo fueron durante su adolescencia?, tal vez esta medida, que no parece ser tan complicada serviría para evitar muchos ratos amargos que se le atribuyen a la más temida de todos, “la Adolescencia”. Tal vez en esa simple pregunta esté la clave para comprender un poco a nuestros adolescentes que, más allá de ser culpables por sus actos, sólo son victimas de una etapa de cambios en sus cuerpos, en sus mentes, en su entorno… en sus vidas.
¡Hey, pero no todo lo que viste de adolescencia es malo!... también debemos reconocer en ella se viven muchas gratas experiencias ya sea en compañía de los amigos, la familia o un romance tal vez. En definitiva, vivir la adolescencia es como caminar a pies descalzos sobre pintura fresca, que aunque muchos no lo noten, en cada paso que damos se nos marcan más los pies, pero, aunque en realidad podamos lavar esas marcas de pintura, las marcas de los pasos que damos en la adolescencia quedarán como huellas imborrables en nuestras vidas.
Hoy como adulta joven, me permito recordar que en mi adolescencia he sido, primeramente afortunada por tener unos padres que se encargaron de inculcarme una serie de valores morales con los que he podido defenderme de los riesgos sociales y, asimismo, crear mis propios principios que se convierten, a la vez, en factores protectores para contrarrestar los innumerables factores de riesgos existentes. También quiero mencionar que, a pesar de tener siempre una visión de futuro y estar consciente de que mis pasos quedarían marcados a lo largo de mi vida, hubo momentos en los que quise comerme al mundo; pero tal vez deba reconocer también, que esos deseos de comerme al mundo se vieron limitados por esa consciencia que tenía… tal vez me apresuré en ser “adulta” y me perdí de vivir al máximo la etapa de las locuras… o tal vez sólo fui una adolescente distinta, por no decir, una adulta prematura. Sin embargo, considero que como adultos, indistintamente de nuestras experiencias de adolescentes, no debemos olvidar que un día lo fuimos y que todos pasamos por esa vereda en el camino de la vida, de pronto algunos pasamos muy rápido y otros no quieren salir de allí; pero es importante recordarlo para así poder comprender a quienes están entrando a esa vereda cuando ya nosotros hemos salido.
En resumen, hoy quiero hacer la invitación, a aquellos adultos que al salir de esta vereda no han vuelto a mirar atrás y ya se olvidaron de lo difícil o divertido que pudo ser su paseo por la adolescencia, a que se detengan un momento en la autopista de la adultez y recuerden un poco ¿Cómo fueron durante su adolescencia?... Quizás fueron más difíciles de comprender que sus adolescentes de hoy.

Toledo Marlin.

2 comentarios:

  1. Marlin me encantaron tus articulos..!! escribes muy bonito..! me gusta..!! te felicito..!! Sigue asi...!! un beso ...tqm...!!

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  2. ¡Gracias amigo, a mi me gusta que lo que escribo le guste a quien lo lee! ;-)
    ...¡Gracias también por visitarme!

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